Imagen Rizobacter presenta en Uruguay, Bolivia y Paraguay la performance de Rizoderma, su innovador bio-controlador fúngico con triple modo de acción, que desarrolla un modo de control más prolongado y evita resistencias de las enfermedades frecuentes que afectan a las semillas. La búsqueda de soluciones para un manejo sustentable de los sistemas agrícolas está promoviendo como nunca antes la adopción de tecnologías biológicas para el cuidado de los cultivos. Rizobacter es una empresa líder y referente en la producción de insumos biológicos, que ha logrado captar el 23 % del mercado global de inoculantes para el tratamiento de la semilla de soja. Ahora amplía su propuesta para la pre-siembra con la presentación en países de Latinoamérica de Rizoderma, un bio-controlador fúngico de nueva generación, capaz de controlar las enfermedades más frecuentes que afectan la emergencia del cultivo, promoviendo un sistema de defensa natural que, en la extensa red de ensayos y a campo, ha demostrado alta eficiencia y un poder residual inédito, comparado con los curasemillas tradicionales. La tecnología fue desarrollada a través de una alianza entre Rizobacter y el Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola del INTA en Argentina. Su formulación totalmente biológica se basa en la cepa del hongo Trichoderma harzianum (Th2), seleccionada por ser la más efectiva para combatir el desarrollo de las enfermedades que provocan los patógenos presentes en las semillas y fundamentalmente los presentes en el suelo. Este modo de control biológico activa además un “efecto vigor” y mayor tolerancia al estrés favoreciendo el fortalecimiento de las plántulas durante todo el período de germinación, emergencia y desarrollo del cultivo. Su formulación ha sido probada en una extensa red de ensayos y a campo en Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay, donde se demuestra que el agregado de esta biotecnología le aporta al cultivo un incremento de rendimiento superior al 3 % y, en determinadas regiones, ese aumento supera los 800 kg de grano. Rizoderma es un un bio-controlador fúngico con una formulación única en el mercado, 100% líquida, estéril y altamente efectiva. Se aplica sobre la semilla en el momento de la siembra, por lo que se transforma en una herramienta valiosa para que el productor pueda acceder a los beneficios de la co –inoculación. Esta práctica que, en este caso, propone la combinación de la acción de los inoculantes para la fijación biológica del nitrógeno con la acción de los microorganismos que brindan sanidad para la emergencia, crea las condiciones para el desarrollo de la soja junto a procesos naturales de nutrición y protección con el que se logran incrementar en forma sostenida los rindes y preservar las condiciones productivas del suelo. La fórmula, que también es compatible con otros productos de formulación química, está presente en el mercado adaptada a las necesidades de la soja y también en trigo y arroz. “En Rizobacter estamos desarrollando toda nuestra capacidad innovadora para acercar herramientas cada vez más sustentables, que respondan a las expectativas de rinde de los productores. Rizoderma es un ejemplo de las grandes ventajas que nos ofrece la microbiología para activar procesos naturales de nutrición y protección que contribuyen sustancialmente a la alta productividad de los cultivos, preservando la salud de nuestros agroecosistemas”, remarca Ricardo Yapur, CEO de la compañía. Cómo actúa Rizoderma combina un triple modo de acción –competencia, microparasitismo y antibiosis- que inhibe la posibilidad de generar resistencias al bloquear naturalmente las posibilidades de desarrollo de los patógenos. Esto le ha permitido posicionarse como el terápico que protege a la semilla durante más tiempo. Cuando se aplican cepas de Trichoderma harzianum a las semillas, se produce un rápido crecimiento en conjunto con el desarrollo radicular de las plántulas tratadas, que compiten con los hongos fitopatógenos por nutrientes y espacio a nivel de la rizosfera. El hongo presente en la formulación se desarrolla alrededor del patógeno y sobre su superficie. Esto le permite ingresar al patógeno y alimentarse de él, anulando su acción sobre la cimiente. La cepa de Trichoderma harzianum, segrega además una gran cantidad de sustancias antibióticas y metabolitos que inhiben la actividad parasítica de los patógenos, imposibilitando su desarrollo y la reproducción. Esta particularidad del modo de acción, se vuelve estratégica para productores y asesores, ya que les permite llegar a la primera aplicación de fungicidas foliares con un nivel más bajo de enfermedades y, por ende, aumentar la eficiencia de la aplicación. Otra ventaja que se destaca es que la fórmula totalmente biológica de Rizoderma responde con precisión a las necesidades de la agricultura moderna y a las tendencias globales de producción y consumo, que requieren de herramientas innovadoras para el cuidado de los cultivos sin impactos negativos en el ambiente.